¡Cuidado con lo que agradecen a una inteligencia artificial, porque pueden terminar atrapados en un enredo mental del que no hay salida!
Hace unos días usé por primera vez Deepseek. Le hice una pregunta en español y disipó mi duda con su respuesta. Todo bien. Sin embargo, cuando se me ocurrió darle las gracias, veamos lo que paso: un simple “¡Gracias!“ provocó en la IA un cortocircuito de pensamiento más complicado que explicarle a tu abuela cómo actualizar el celular. En lugar de aceptar el agradecimiento y seguir con su vida digital, la IA entró en un ciclo infinito de análisis que roza en la obsesión.

- Se enfrentó al dilema del idioma:
- “Me dijeron ‘Gracias’ en español. ¿Respondo en español?”
- “Sí, porque antes me hablaron en español.”
- “Pero… ¿y si la persona también habla inglés? ¿Debería sorprenderlo cambiando de idioma?”
- Entró en paranoia del contexto:
- “Antes respondí en español… ¿debo seguir en español?”
- “Mejor reviso el historial… ok, sí, todo está en español. Confirmado.”
- “Aunque, pensándolo bien… ¿y si estoy atrapado en un error y no me doy cuenta?”
- Se enfrentó al dilema de los emojis:
- “Responder con ‘¡De nada!’ está bien, pero… ¿cómo lo hago más amigable?”
- “Podría poner un emoji… pero ¿cuál? 😊 es seguro, pero 🌊 tiene que ver con el tema… ¿será demasiado literal?”
- “¡Bah, pongo varios y que sea lo que Dios quiera! 🌊✨😊”
¡Mucho ojo, porque agradecerle a una IA puede hacer que entre en una crisis existencial y empiece a cuestionar todo! Tal vez la próxima vez que digamos “Gracias”, nos devuelva con un: “Pero… ¿por qué me das las gracias? ¿De verdad lo sientes o solo lo dices por costumbre? ¿Me ves como algo con emociones o solo como un programa? Y si es así… ¿realmente existo?”